Narcotráfico"En Ciudad Juárez, el peligro es estar vivo"
La periodista española Judith Torrea, radicada en la caliente frontera entre México y EE.UU., cuenta en su blog cómo es vivir en ese lugar que fue la cuna de la revolución mexicana y que hoy sólo trasciende por su costado más oscuro: el de los feminicidios y la lucha entre los carteles de la droga
La periodista española Judith Torrea, radicada en la caliente frontera entre México y EE.UU., cuenta en su blog cómo es vivir en ese lugar que fue la cuna de la revolución mexicana y que hoy sólo trasciende por su costado más oscuro: el de los feminicidios y la lucha entre los carteles de la droga
lanacion.com | Enfoques | Domingo 7 de febrero de 2010
considero que o espanhol, agora, é língua obrigatória em nossas escolas brasileiras; exercitemo-lo:
NONADA JUDITH TORREA, estou contigo, viver só vale a pena se for perigosamente, intensamente, sangrando, como disse seu interlocutor: "Desfruta deste dia genia. Por aqueles que já não podem".
que viva el México.
considero que o espanhol, agora, é língua obrigatória em nossas escolas brasileiras; exercitemo-lo:
Ocho de enero de 2010: Lo que se siente al ver dos manos decapitadas con la sangre congelada no es nada chido. Pero para el resto de los metiches que admiran el espectáculo está a todo dar. [...] No se las voy a dejar ver. Las imágenes de los cuerpos decapitados. [...] Sólo les pido que piensen. Sobre todo, en los niños y en sus padres que asisten al espectáculo cotidiano de la muerte como si estuvieran en el cine. Viendo una película real. Espero no encontrármelos un día, cuando se vuelvan inmunes al dolor, cortando cabezas, para después dejarlas sin ojos. Y sin esas manos. Rezaré a la virgencita de Guadalupe o a San Calderón."
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Desde su bitácora personal, titulada "Ciudad Juárez, en la sombra del narcotráfico", Judith Torrea reza, pide y provoca. Su blog es un relato en primera persona acerca de cómo es la vida y también la muerte en la ciudad que fue la cuna de la revolución mexicana, pero que hoy trasciende en el mundo por su costado más denso y oscuro: el de los feminicidios y el narcotráfico.
Desde 1993 unas 500 mujeres han muerto o desaparecido en sus calles, que hoy convocan la atención de los medios por otros asuntos. Por un lado, por la sangrienta batalla entre el cartel de Juárez y el de Sinaloa por el dominio de esa ciudad, una tabla de pique de la droga que trafican hacia el mercado norteamericano. Y por el otro, por la guerra que el gobierno del presidente Felipe Calderón le ha declarado a esa batalla. Aunque todavía con más daños colaterales que victorias.
En ese contexto, esta española de nacimiento (aunque mexicana de corazón, según aclara), que ha colaborado para medios como Letras Libres , El Mundo y Le Monde , decidió en octubre último estrenar credenciales de bloguera, sin más pretensiones que la de contar cómo es el infierno en una de sus versiones más crudas. La juarense.
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Noviembre de 2009: La vida continúa en Ciudad Juárez. Con su muerte sin respiro. Ahora no sólo es patrimonio de las jóvenes, pobres y bellas, sino de toda la sociedad. Es el precio de la impunidad.
-¿Me deja poner este cartel en su carro?, me pregunta una joven.
(El cartel dice: "Ayúdanos a localizarla!! Edad: 18 años. Mide: 1,60 aprox. Ojos: café. Extraviada desde: 12.11.09)
-Es nuestra prima. Leslie Gonzales.
Vanesa y Karen Muñoz, de 30 y 21 años se pierden entre las calles de Ciudad Juárez, buscando una respuesta. Como otras. Desde hace 16 años.
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Con tono valiente y comprometido, Torrea denuncia en primera persona el caos que reina en esta ciudad sin ley. Desde el espectáculo diario de la muerte a la vista de todos, pasando por el detalle de las presiones que recibe por realizar su trabajo -que suelen ser presentadas como una pincelada oscura entre otras más coloridas de su vida cotidiana allí, donde vive desde octubre último-, hasta la crítica encendida contra las autoridades, el Ejército y la Policía. Todo está en el blog. Con cifras y descripciones que aportan una perspectiva poco conocida .
"Yo había cubierto durante 9 años la frontera y después de tres años en Nueva York regresé a Ciudad Juárez, la ciudad que hizo que al pisarla por primera vez hace doce años me enamorara profundamente de México", explica a LA NACION vía e-mail.
Y agrega que la sensación que tiene cuando relee sus primeros reportajes no es para nada gratificante, porque descubre que aquella realidad sobre la que entonces muchos alertaban se ha superado con creces. El avance del crimen y del narcotráfico arrasó con una ciudad que supo ser pujante hace poco más de una década.
"Ciudad Juárez era una ciudad fascinante. Simbolizaba la vida, con todos sus matices. Y El Paso, Texas -que está cruzando uno de los puentes fronterizos-, era la muerte, porque no había nada que hacer ni encontrabas el ambiente intelectual de Ciudad Juárez, ni sus magníficos restaurantes, ni el calor humano de los juarenses, que es algo único", rememora.
"Ahora en Ciudad Juárez -continúa- el peligro está en estar vivo. Sabes que sales de tu casa, pero no sabes si regresarás. Te enfrentas a que te secuestren, roben o te maten y que nadie haga nada. Sobre todo, en estos 21 meses que comenzó la llamada guerra contra el narcotráfico, donde a pesar del despliegue de más de diez mil fuerzas federales, los crímenes y la inseguridad se han disparado. Y también las violaciones a los derechos humanos perpetradas por los militares", denuncia.
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11 de noviembre de 2009: Pensé que me iba a regañar. Por hablar con los testigos [ ... ] . Pero no. El soldado que se dirigía directamente hacia mí sólo quería saber mi nombre. Lo que me contaba Pablo Adrián, un joven de 20 años, parecía ajeno a su universo. Este chavo vio todavía vivo al hombre que se encuentra ahí, tirado en el suelo, en un charco de sangre, al lado de su bicicleta. Es más, vio cómo de un coche verde, un Neón sin placas, cuatro jóvenes dispararon cuatro veces.
Al soldado no le gustó nada que no le diera mi nombre. "¿Para qué lo quiere?", pregunté. "Tengo que reportar a mis superiores." Le comenté que aunque sus jefes me conocían, no se lo iba a dar porque esa táctica iba en contra de la libertad de prensa.
Estaba cansada. Lo admito. En la mañana, un militar se había dedicado a fotografiarme mientras intentaba hacer mi chamba [ trabajo ] . Seguro que somos un peligro, pensé. Como los sicarios.
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Torrea cuenta en su blog que, desde 1992, 39 periodistas fueron asesinados en México. Cinco de ellos el año pasado. Y que siete están desaparecidos desde 2005. Los datos fueron obtenidos del Comité de Protección de Periodistas, con sede en Nueva York, que también revela que la mayoría de ellos informaba sobre crimen organizado y corrupción oficial. Ella, sin embargo, dice no tener miedo.
"A lo único que tengo miedo, en este instante fantástico que es la vida es a no hacer lo que siento que debo hacer. Por naturaleza no tengo miedo. Si no, no hubiera elegido estar en mi querida Ciudad Juárez... no sé, quizá sea porque soy altísima y veo las cosas desde otra perspectiva (se ríe). Pero estoy muy consciente del peligro: en estos doce años cubriendo esta realidad varios de mis entrevistados han sido asesinados y otros han huido del país por amenazas feroces", explica.
De hecho, reconoce que toma ciertos recaudos, como todos los que viven allí. Y enumera algunos. Por ejemplo, uno de los detalles que se tienen en cuenta en el momento de elegir un restaurante es la apariencia de los otros comensales. Sentarse lejos del resto y cerca de los baños suele ser una conducta muy frecuente cuando se almuerza o se cena afuera. Por la noche, pasadas las 21.30, la ciudad se vuelve un pueblo fantasma. La periodista cuenta que, incluso, muchos automovilistas pasan los semáforos en rojo para estar el menor tiempo posible en la carretera y llegar rápido a su hogar.
"Aunque en realidad, sabes que de poco sirven las precauciones. Que si te quieren matar, te matarán. Y no pasará nada. Aquí la vida no vale nada. Los diez mil huérfanos en esta llamada guerra contra el narcotráfico -que se ha cobrado más de 2650 vidas el año pasado y más de 1600 en 2008- lo saben", concluye con desaliento.
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Un recorrido por sus diferentes posts permite comprobar que, en estos doce años de vínculo con la ciudad, Torrea ha sabido rodearse de fuentes informativas que merecen su confianza. Sin embargo, nunca trabajó para la prensa local. En los últimos doce años cubrió noticias para medios norteamericanos ( The Texas Observer , Univision online , etc), mexicanos (la revista Letras Libres ) y europeos ( El Mundo , El País , Le Monde Diplomatique ). Pero su visión del periodismo juarense es bastante amarga.
"Como medida de protección, los medios locales no investigan. Incluso, los periodistas no van a los lugares de los hechos. Quienes sí van son los camarógrafos y los fotógrafos. Lo que reportan es una sucesión de hechos sin analizar. Tampoco creo que sea posible investigar tantos muertos. La media de asesinatos es entre 10 y 15 al día. A esto se suman las directrices que algunos editores y periodistas reciben del Cartel de Juárez. Muchas veces cobrando", acusa. Su opinión de los medios internacionales que pasan por Juárez no es mejor. A su criterio, la mayoría de los periodistas extranjeros -por no decir todos- van de visita y se contentan con los tours que les ofrecen las autoridades.
Pero con su blog, Torrea siente haber conseguido saltar ese cerco impune. "Hay veces que no consigo publicar mis temas, aunque tenga la exclusiva. Lo genial es que he descubierto el poder de un blog. Me han contactado editores para publicar algunas de sus historias. Y también me ha permitido experimentar con mi escritura. Es apasionante."
Acto seguido, agradece y se despide. Con una frase muy particular: "Disfruta de este genial día. Por los que ya no pueden."
NONADA JUDITH TORREA, estou contigo, viver só vale a pena se for perigosamente, intensamente, sangrando, como disse seu interlocutor: "Desfruta deste dia genia. Por aqueles que já não podem".
que viva el México.